domingo, 7 de noviembre de 2010

Capitulo 2

Lamento, de verdad lamento, tardarme tanto, pero he tenido muy poco tiempo para escribir, espero que me comprendan...El capitulo lo dedico a Angie, por ser tan paciente, y prometo ponerme al corriente con todas chicas, gracias por leerme...Y no desespereis, pronto sabran de Medaus :)

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¿Qué pasa ahí?

*Pantheas

Me sentí bastante bien al ver a mi tía Marion, sin embargo, cuando se dió cuenta de que era yo a quien le abría la puerta, frunció el ceño y la volvió cerrar con un cruel portazo. Y mi corazón se estremeció, jamás me había imaginado esa reacción de ella. Me había imaginado que, después de tantos años sin tener contacto, mi tía Marion se tiraría a mis brazos al igual que pensaba hacer yo, pero ante la primera reacción de mi tía al verme, preferí contenerme.

Después de un rato, volvió a abrirme la puerta, su expresión continuaba ceñuda y hostil, me las apañe para sonreír como si nada.

– Pantheas – murmuro mi nombre, lo cual me intimido un poco más ¿A caso había llegado en mal tiempo? ¿Mi tía no me aceptaría en su casa?– ¿Por qué has venido? – me pregunto frunciendo el ceño, lo cual me desborono, Marion había y seguía siendo mi tía favorita desde siempre, desde que vivía en California, con mi mamá, Erínn, mi padrastro, Erick, y yo. Entonces un día simplemente decidió irse, a Londres exactamente, y no manteníamos un buen contacto desde entonces, unas cuantas visitas al principio, y una ausencia prolongada a continuación...

– He...Bueno yo... tía, yo...– farfulle – Esperaba pasar las vacaciones con usted, ya sabe, entraré a Oxford y me pareció buena idea pasar el rato con usted – mordí mi labio completamente nervioso – Pero si estoy importunando...

– ¡Oh...querido, para nada! – se apresuro a contestar meneando los brazos y abrasándome energéticamente y su rostro se suavizo – Solo no lo esperaba...– espere una explicación, aún de pie afuera de la casa, pero ella se limito a sonreír pesadamente y mirar detrás de mí.

Me dio pena preguntarle si entonces podía dormir en su casa por lo menos una noche. Ella continuaba con la mirada perdida, una mirada que nunca le había visto usar, al menos no en mi presencia, lo cual me sorprendió, Marion siempre había sido una mujer fuerte, decidida, difícil de impresionar...Ella había sido quien ayudo a mamá cuando quedo embarazada y, odio decirlo porque me causa una mezcla de rabia y vergüenza, mi padre huyo. Ella me crió cuando mamá salía a trabajar, me enseñó muchas cosas importante, sin desmerecer a mi pobre madre, que siempre batalló debido a que en cada trabajo que conseguía sus jefes terminaban acosándola y era despedida cuando no se dejaba manosear por estos...hasta que llego Eric, mi padrastro y un excelente padre, si hubiera podido elegir a mi padre, sin duda hubiera sido Eric. Y era la razón por la que había aceptado ir a Oxford, sabía que podía ir tranquilo, sin pensar en que había dejado sola a mi madre.

– Bueno, si estoy siendo importuno podría volver en otra ocasión...– comencé a farfullar haciendo maña de tomar mi maleta justo cuando mi tía Marion pareció por fin decidida a mirarme y sonrió duramente.

– ¿De qué hablas, querido? Pasa que es de noche y no es buena idea andar solo ahora mismo –murmuro, más para ella misma que para mí.

Se hizo a un lado lentamente, con las manos sobre su cadera y expresión nuevamente vacía.

Me concentre en contemplar la modesta pero bonita casa de mi tía Marion. Cada rincón mantenía una cierta esencia de mi tía, cada florero, decoración...todo era tan de ella. Cada lado al que volteaba me recordaba a ella, y me gusto esa sensación de pertenecía suya, de cierta forma me hizo sentir, en casa.



La cena fue bastante incómoda.

Nos sentamos uno frente al otro en un silencio bastante tenso. Ninguno de los dos se atrevió a romperlo por nada del mundo y manteníamos la cabeza gacha, como niños reprendidos. Estaba tomando un poco de agua cuando recordé el incidente tan peculiar en la casa solariega y con el viejo extraño. Y a pesar de lo incomodo que me sentía ya, pregunte:

– De casualidad –comencé, intentando no dar rodeos – ¿usted sabe que hay con la casa que está tan descuidada, al inicio de la calle?

Marion soltó su cuchara de golpe y subió la cabeza, sus ojos solo mostraban una enorme y completa consternación.

– ¿Cómo...cómo sabes? – Preguntó inmediatamente.

– Es que me parece que este no es el tipo de lugar donde se tiene una casa tan descuidada, a demás de que un hombre mayor me advirtió sobre que se han dado muchas desapariciones, especialmente de turistas – expliqué.

– Hmm...– Marion reflexionó bajando sus manos, un signo de claro nerviosismo – Es mejor que no te hagas el valiente y te dispongas a descubrir cosas que luego vas a lamentar saber, y no estaría de más mal que llegaras temprano a casa – aconsejo mirándome fijamente.

– Yo tenía planeado salir con usted, visitar Londres...ya sabe – le comenté con un poco de esperanza.

– Lo lamente, querido, pero no puedo.

– Pero...– espeté desilusionado.

– Me voy a dormir – me cortó poniéndose de pie y marchándose, dejándome completamente confundido y solo.



Odie agradecer que llegara la hora de descansar. Una parte de mi estaba ya bastante exhausta, por el viaje, cambios de horario y demás cosas, pero la otra parte, estaba expectante, llena de ganas de conocer Londres, y sobre todo, con ganas de descubrír qué había dentro de aquella casa tan abandonada.

jueves, 2 de septiembre de 2010

=)

jajaja lo siento, no lo aguante x) me gusta cambiar costantemente x) cambie el blog...ojala les guste como quedo...



¡No se olviden de comentar!

Hannih

lunes, 23 de agosto de 2010

Capitulo 1



Una figura entre la oscuridad


*Phanteas 

El autobús me dejo en la esquina frente a una calle desierta y lo primero que pensé fue en que había tomado el autobús incorrecto. Estaba a punto de dar media vuelta cuando vi la casa frente a mí.
Caminé con tranquilidad y con la vista fija en la hermosa casa estilo victoriano… una casona gigantesca y, que en su tiempo, llegó a ser hermosa, ahora solo conservaba la esencia: con un porche amplio sostenido por cinco pilares distribuidos a lo ancho, una pequeña ventana redonda en el centro del segundo piso y dos grandes y hermosos balcones adornados con una planta seca pegada a la pared y que daba la impresión de que alguna vez fue muy bonita, el jardín, por su parte, completamente arruinados por la falta de cuidado, al parecer la persona que vivía allí había dejado de prestarles atención y la pintura estaba gastada debido al paso del tiempo y el clima. Me quedé contemplando absorto ese lugar, era verdaderamente bonito, tan bonito que casi me imaginé viviendo ahí...lo que haría si aquella residencia fuera mía...
Atravecé el andrajoso camino hasta subir con cuidado las rechinantes escaleras y crucé el porche, que era en verdad estupendo. Me asome por la ventana, no sin antes limpiar todo el polvo, y parecía estar desolada. Ni un alma en la casa aparentemente. Era una pena, era una casa muy hermosa como para estar abandonada… realmente me daban ganas de que hubiera un letrero que dijera “Se regala esta casa”.
Me dí un susto al darme cuenta que una silueta con movimiento lento y tranquilo se movía de una esquina a la otra, con un andar tan grácil y encantador que me dejo encandilado, hasta que la silueta se movió hacia mi dirección seguramente para ver quién era el que miraba por la ventana…Pero entonces una voz la detuvo.
– ¡Hey! – gritó alguien a mis espaldas – Vete de aquí.
Me vi obligado a darme la vuelta para ver al señor de unos sesenta y pico de años que me miraba como a un idiota. Odiaba esa mirada, me ponía tan nervioso…
– ¿Usted es dueño de esta casa?
– No, pero más vale que te vayas, han habido muchas desapariciones por esta calle últimamente, y la mayoría son de turistas, nada bueno sucede a los quisquillosos como tu... – advirtió el viejo.
– ¿Cómo sabe que no soy de por aquí? – Inquirí con aire triunfante – ¿Cómo sabe que esta no es mi casa?
– Por la maleta que dejaste en la parada, niño tonto, y porque esta casa jamás fue abandonada por sus dueños– Eso ultimo me asustó.
– ¿Cómo qué...?–comencé.
– ¡Vete ya! – Espetó molesto.
No vi caso en protestar, así que dí una última mirada a través de la ventana, pero la silueta se había esfumado. Caminé hasta el señor con paso lento y cuando estuve lo suficientemente cerca pregunte:
– ¿Sabe donde vive la señorita Marion?
– A cinco casas de aquí – contesto dando media vuelta y poniéndose en la entrada de la casa para impedirme regresar.
– Gracias.
Mire por última vez la hermosa casa y regresando por mi maleta, camine hasta la casa de la tía Marion.
Al caminar por aquella dirección, empecé a pensar en cómo estaría mi tía. Hacía bastante que no la veía…Me alegraba visitarla, aunque mis pensamientos se volvieron a esa casa, tan siniestra y vacía. Parecía sin vida. Algún día iría a ver lo que había allí…

Empecé a mirar a mí alrededor buscando la casa de mi tía, que nostalgia . recordaba esta calle. Aunque antes era más limpia.

Me metí mi mano en el bolsillo de mi pantalón y luego empecé a tararear una canción, mi favorita, para tratar de olvidar el misterio de esa casa.

Al levantar la cabeza me di cuenta que la casa de mi tía estaba ya en frente mío. Sonreí al ver que mis recuerdos de esa sombra se esfumaban y luego caminé paso largo hasta llegar a la casa.
Estaba llena de flores, había más variedad de las rosas. Quedaba bastante alegre.
Toqué la puerta para ver si había alguien en casa. Ahora solo me faltaba quedarme afuera de la casa esperando a mi tía.


Soe

jueves, 12 de agosto de 2010

Prologo

 Nueva York, 20 de Agosto del 2000

EL sonido de los automóviles atravesando la avenida a su lado le hicieron percatarse de que había caminado demasiado lejos y era bastante peligroso andar por ahí a las... “¿Qué hora era?” Se pregunto deteniéndose a buscar su celular entre los bolsillos, tan solo para descubrir que lo había olvidado en el Hotel. Se golpeo la frente con la palma de su mano y maldijo por lo bajo. Miro a su alrededor, “Mierda, me he perdido” murmuró cuando no reconoció el barrio donde se encontraba. Sabía que no debía haber salido otra vez a vagar entre las peligrosas calles de Nueva York.
Algo capto su atención en aquel momento, una tenue luz al otro lado de la calle la hipnotizo y sin pensarlo camino a través de los autos, quienes pitaron a señal de protesta, sus pensamientos se encerraron dentro de una caja con llave y su cuerpo fue poseído. “Ven a mi” murmuró una voz dentro de su cabeza, una hermosa voz que ella ya conocía muy bien. Llego hasta donde la luz se volvía más intensa y algo la jalo con fuerza hacia el callejón.
Estaba a punto de gritar cuando el fresco aroma a mar de él la golpeó. Sonrió al recordar el extraño nombre de su chico, acordándose de la primera vez que lo vio, tan radiante y guapo.
– Me has asustado – le dijo ella volviéndose para besarle en los labios.
– No más que a mí cuando me enteré de que te vas mañana – respondió devolviendo el beso.
– Lo siento – ella se despego para intentar captar su mirada azul  intensa – Debo volver –
– Lo sé, es por eso que haré de esta noche, una aventura inolvidable.
– ¿A dónde vamos?
– Ya verás – contesto dándole un último beso y jalándola con sus manos entrelazadas fuera del callejón.
Caminaron juntos una vez más, por calles que ella no pudo reconocer, tropezando con gente de, claramente, alta clase. Se detuvieron junto a un restaurante francés, ella se giro para mirarlo con sorpresa, ella ni siquiera estaba vestida para la ocasión, ¿A caso el planeaba hacerle una broma dentro?, ella lo negó rotundamente y olvido al instante cualquier pensamiento, logrando decir:
– Yo no voy a comer caracoles – y una sonrisa surco su rostro.
Volvieron a las calles de Nueva York entre risas y besos dulces. Ella miro fascinada al chico del que estaba enamorada, jamás en su vida había amado a alguien así, el era perfecto para ella, dulce, amable, cariñoso, decidido...ella no podía haber deseado otra cosa en aquel momento que no fuera quedarse para siempre a su lado, pero no podía.
Su madre adoptiva deseaba tenerle cerca, en su hermosa casa en Nueva Zelanda y ella no podía negarse, esa mujer había hecho bastantes cosas buenas por ella. Sacudió su cabeza borrando cualquier pensamiento que pudiera arruinar su última noche en Nueva York, con el hombre más fabuloso del mundo. Pero miro con cierta decepción que se habían detenido frente a su hotel. Ella lo miro con ojos suplicantes, el meneo la cabeza con tristeza y dijo:
– Nos veremos algún día, Medaus – su voz estaba dolida y cansada –
– Pero...–protesto ella, eso no podía acabar así como así, no después de que ellos fueran tan...felices – ¿Qué tal si entras? – Pidió ella y no supo si fueron las ansias de no perderle o el vino haciendo efecto–
– ¿Estás segura?–preguntó.
Y ella quiso decir “No, no lo estoy”, pero asintió con la cabeza y tomo su mano para conducirlo hacia dentro. El portero la miro extraño cuando pasaron a su lado y casi pudo tocar su tensión.
Ella estaba sudando cuando llegaron a su habitación, pero no supo definir el por qué, habían tantas cosas en su cabeza “¿Qué vamos a hacer? ¿Qué hice? ¿Por qué estoy sudando?”
– Puedo irme si lo deseas – La vos de él la saco de sus pensamientos y cuando lo miro a los hermosos ojos, estuvo segura de lo que iba a hacer.
– No...quédate – Su voz fue a penas un murmullo atropellado mientras avanzaba hacia él con decisión.
Sus pasos fueron lentos, pero ella tenía claro lo que estaba a punto de hacer cuando junto sus labios con los de él y este la tomo por la cintura, como dejando salir todo el deseo que habían estado conteniendo y que al parecer, ella no sabía que sentía hasta ese instante. Fueron en pasos torpes hasta su habitación, sin separar sus labios. Los besos se volvieron más intensos en cuanto cayeron en la cama y la lengua de él comenzó a explorar la boca de Medaus, ella, con inexperiencia y timidez, comenzó a desabrocharle la camisa y él le saco la sudadera y la delgada blusa azul, hasta dejarla con solo el sostén. Continuaron enredados entre besos y caricias hasta que no hubo nada más que piel al descubierto...
Se miraron fijamente cuando llego el momento en que se unirían finalmente. Los ojos de él le preguntaban si deseaba continuar y ella no pudo contestar, algo en su pecho le advirtió que no continuara, pero el deseo era más grande, así que volvió a asentir y dejo que él la envolviera en caricias y besos llenos de deseo. Hasta que por fin el entro en ella y no pudieron estar más unidos.

...

Un ruido la hizo sobresaltarse, debería de ser...muy tarde. Se compuso sobre la cama de un salto al recordar lo que había hecho y un hormigueo sacudió su cuerpo, miró a su lado, ahí estaba el, con los ojos cerrados y una respiración suave. Medaus sonrió ante esa imagen. La luz de la habitación fue encendía y ella subió la cabeza desconcertada, era su madre.
– ¡Mama! – grito alterada.
– Me has humillado, estúpida – le grito con furia.
Medaus se percato de que su madre llevaba una bata blanca y uno de sus hombros estaba al descubierto, recordó haberla visto en las películas. El chico a su lado se levanto y se tenso.
– Has vuelto a provocarme, Poseidón – rugió ella.
– No sabía que ella era tuya – protesto el – Ella no parecía...
– Y tú, ¡Has osado acostarte con mi enemigo en mi hotel, en mi territorio, después de todo lo que he hecho!
Se acerco hasta Medaus y el saco con fiereza de la cama, Medaus tomo las sabanas para intentar cubrirse cuando su madre la tiro al suelo y le abofeteo la cara.
– ¡Pagaras caro tu ofensa, maldita! – espetó.
– Atenea, se prudente, no... –
– ¡No, tú calla, esta medusa...! – escupió y como si hubiera recordado algo, su expresión cambió y las comisuras de su boca se levantaron levemente – Ahora que lo recuerdo, Medaus, eres tan parecida a ella, con esos ojos impresionantes, el cabello de seda, la piel perfecta...tan cotizada por los chicos...toda una hermosura... – murmuró Atenea acercándose a Medaus – Ya veo porque la sedujiste, Poseidón, pero ella no es Medusa, ella es una mortal...
– ¿Medusa? ¿Atenea? – interrumpió Medaus y al instante en que Atenea la abofeteo se arrepintió de hablar.
– No lo hice por ella – protesto Poseidón – ¡Yo no sabía que ella era tuya!
– Te has atrevido a ofenderme una vez más, Poseidón y la castigaré de la misma forma que a Medusa, sin embargo... – reflexiono – “¡Medaus, te maldigo! De tus cabellos se harán serpientes. Tu belleza será eterna, tu, la mujer más hermosa del mundo, pero cualquiera que vea tus divinos ojos de oro, se volverá de piedra ¡Y así te destino a vivir sola y sin nadie que pueda volver a amarte, viviendo junto a las gorgonias!”– le dijo.
– ¡No! – grito Poseidón.
Medaus miró aterrorizada a Atenea, su cabeza comenzó a picarle y automáticamente se llevo una mano al cabello, lanzo un grito ahogado cuando su cabello comenzó a caer por completo y algo salía de el. Chillo aterrorizada y miro la expresión satisfecha de Atenea.
– ¿Por qué...? ¿Por qué si yo...yo no sabía que él era...?– Quiso saber.
– ¡Me has ofendido de cualquier manera!, ¡Te di techo, te di comida, te di ropas, te di cariño...Y tú pagaste con esto! – le grito – ¿Crees que él te quería? El te utilizo.
– ¿Me...me utilizo?– susurro entrecortadamente.
– Ahora te enviaré con las gorgonias.
– No – rezongo el – Esta vez no – escupió.
Una chispa broto de las manos de Poseidón y el la lanzo al suelo frente a Medaus, quien miro estupefacta. Poseidón murmuró algo y la chispa se volvió enorme, un efecto como el del mar apareció ante ella.
– Entra y desaparece, Medaus – le ordeno – Entra rápido –
Medaus contemplo atónita, sin saber qué hacer, Atenea se removió molesta y a punto de hacer algo más. Las luces parpadearon y Medaus se sintió mareada ¿Qué debía de hacer?, se pregunto un millón de veces. Una enorme chispa creció del otro lado de la habitación, una chispa negra y tétrica que comenzó a absorber todo a su alrededor, el viento golpeo su rostro y se encontró mirando a Poseidón a través del reflejo del mar ¿Cómo era eso posible? Entonces le golpeo con fuerza la realidad de todo aquello, en ese momento supo que nada iba a volver a tener esa opción de la imposibilidad. Cerró los ojos, despidiéndose de su vida normal, de la vida tan tranquila que había tenido, alejándose de la chica que era, la dulce Medaus, para volverse un monstruo. Y ante este ultimo pensamiento, se dejo caer dentro de aquel inmenso mar, volviendo todo su alrededor completamente oscuro.

Beautiful Eyes

Sinopsis


Phant es un chico a punto de entrar a una de las mejores universidades del mundo, Oxford. Decide irse en las vacaciones de verano a casa de su tía Marion, en Londres. Entonces algo llama su atención, una casa aparentemente abandonada. Solo que después descubre que hay una chica viviendo en ella. Y la curiosidad por conocerla lo inunda.

Así que decide entrar a la mansión y conocer a la chica, quien actúa muy extraño, pronto descubrirá el por qué junto con muchas cosas que él hubiera querido que permanecieran ocultas para él.
Una lucha contra la diosa de la guerra para proteger a su amada y una solución a la maldición de esta misma... Una pelea contra el hijo de Zeus y mantener la cabeza de su chica sobre sus hombros... ¿Podrá lograr vencerlos y salvarla? Y aun más importante ¿Podrá algún día verla a los ojos?

Protegido

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Licencia Creative Commons Beautiful Eyes by Ana Sarahi Ramirez Olvera, Sol Abraham is licensed under a Creative Commons Attribution 3.0 Unported License. Based on a work at Mito de Perseo y Medusa. Permissions beyond the scope of this license may be available at http://beautifuleyes0.blogspot.com/.

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